Adaptado de Sermones de Wayne Partain (USA) |
A. En Romanos
6:3-7 Pablo enseña que cuando nos arrepentimos (el viejo hombre es
crucificado), somos bautizados (sepultados) para empezar una vida nueva.
1. Esta vida nueva no empezó cuando creímos en
Cristo ni cuando nos arrepentimos de los pecados, sino cuando fuimos bautizados para el perdón de pecados (Hechos 2:38).
2. Los que desprecian el bautismo diciendo que
no es esencial para la salvación (es decir, el perdón de Dios) hacen caso omiso de Romanos 6:3-5 y contradicen
a Cristo (Mateo 28:19; Marcos 16:16;
Juan 3:5) y al apóstol Pedro (al Espíritu Santo) (Hechos 2:38; 1 Pedro 3:21) y
deben dejar de enseñar y predicar hasta que entiendan el evangelio o
tendrán que dar cuenta a Cristo en el Día Final por su gran error.
3. Al ser bautizados somos “sepultados”. El
rociamiento (aspersión) no califica en ningún modo; tal práctica ignora totalmente
Romanos 6:3-5.
4.
Romanos 6:6-7, “sabiendo esto, que nuestro
viejo hombre fue crucificado…”.
a.
Obviamente el ser “crucificado juntamente con él”
significa el arrepentimiento.
b.
El “viejo hombre” (anthropos) es el “ser
anterior”, la vida pasada, la vida de pecado.
1)
Al arrepentirnos, de una manera tajante y
severa, ponemos fin a esa vida. En efecto, “morimos” espiritualmente.
2)
Y ¿qué hacemos con el “muerto”? Desde
luego, lo sepultamos. ¡Imagínese dejar al muerto sin sepultar!
B. Los
“evangélicos” enseñan que al creer en Cristo uno es salvo porque al creer muere
al pecado y automáticamente, de una vez, es nueva criatura por la fe sola.
1.
Pero casi todas las iglesias humanas
enseñan que el creyente debe ser bautizado.
1)
Por ejemplo, para ser miembro de las
Iglesias Evangélicas es necesario ser bautizado.
2)
Entonces según esto, ellos sepultan al hombre vivo (sin arrepentimiento, pues
“murió” cuando creyó por fe sola).
Conclusión:
· Arrepentirnos antes de bautizarnos, significa que ahora llevaremos una nueva
vida, dejando los vicios de toda clase: el tomar, el fumar, el chismear, el
murmurar, carácter pesado (con sus enojos, celos, amargura), y seremos deseosos
de asistir a todos los servicios de la iglesia.
· No es cuestión de “tengo que” sino de
“quiero ir, tengo ganas de ir”.
· 1
Juan 5:3, “Pues este es el amor a Dios, que guardemos
sus mandamientos; y sus
mandamientos no son gravosos”.
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