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En la primera
parte comenté sobre el milagro realizado por Jesús cuando los discípulos
estaban en la barca y el mar se embraveció y Jesús apareció andando sobre el
mar (Mateo
14:22-25).
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Hoy extraeremos algunas
lecciones más sobre las “tempestades” que azotan nuestras vidas.
I.
PARA EL CREYENTE HAY OTROS TIPOS DE TEMPESTADES (ver Mateo 14:25-33).
A.
Todas las
tempestades son malas, pero hay otro tipo de tempestades que se encuentran en
este texto de Mateo, que muchas veces son peores que las físicas.
1.
Una “tempestad”
que azota el alma, puede ser a veces, la falta de fe.
a.
Jesucristo le
dijo a Pedro: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (v. 31).
b.
La falta de fe para “romper la tempestad”, es peor que
la tempestad misma.
2.
Dos hermanos estaban jugando al caer la tarde en el
patio de su casa en un lugar de campo, uno le dijo al otro: “Fíjate
como se mueve el sol, estaba detrás de aquellos árboles y ahora está encima”.
Papá nos ha dicho que el que se mueve es
la tierra, no el sol (dijo el hermano). Y el otro contestó: “yo
creo lo que veo, estoy en la tierra, y la tierra no se mueve”. Pues, yo creo en la palabra de nuestro
padre, es la tierra la que se mueve.
3.
Amigas y amigos, eso es la fe, la fe es creer en la
Palabra del Padre. Y el Padre nos
dice en el profeta Isaías 41:10 “No
temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
4.
Un tipo de
“tempestad” es la falta de fe, otro tipo es la duda, la falta de fe nos hace caer en la duda, y la persona que duda, la que
hoy cree y mañana desconfía, es una persona inestable (Santiago 1:6-8).
B.
Otra forma de
“tempestad” es el miedo, el versículo 30 del pasaje de Mateo que leí, es muy importante, Pedro comenzó a hundirse cuando le
invadió el miedo.
1.
El miedo,
paraliza las actividades de una iglesia e inutiliza a los miembros, el miedo
siempre ve las cosas peores de lo que son, el miedo nubla la razón y ciega la
voluntad, el miedo nos entrega en manos del adversario.
2.
A un maestro
filósofo le preguntaron: ¿Quién fue vuestro
maestro? Y él respondió, un perro. Lo vi al borde de un
estanque de agua clara, jadeaba de sed y no se atrevía a beber. Al acercarse a
la superficie del agua, veía su imagen reflejada, y creía que era otro perro
que le amenazaba y huía sin beber. Al final la sed pudo más que el miedo, y se
arrojó al agua, con lo cual desapareció el otro perro y bebió a gusto. ¿De qué le sirvió a usted este incidente? Preguntaron los discípulos al maestro, y el maestro respondió: Entendí en aquel momento que, el
obstáculo que impedía al perro su sed, era su propio yo.
(1) Es decir, la falsa imagen de la ilusión del yo, una vez que esa imagen
desapareció, el perro alcanzó su objetivo.
(2) El miedo a nosotros mismos, a nuestra propia imagen, nos paraliza.
3.
Pero Cristo vino
para que venciéramos el miedo y las dudas.
a.
La primera frase
del versículo
32 de Mateo dice que “cuando ellos subieron”, ¿Quiénes ellos? Se refiere a Cristo y a Pedro, subieron no inmediatamente, Cristo anduvo un trecho más sobre las
aguas, con Pedro de la mano, para infundirle ánimo.
b.
¡Qué imagen!
Aquellos dos hombres, tomados de la mano, andando sobre el agua de la mar en
dirección a la barca. Y en cuanto Cristo estuvo en la barca, dice el texto
de Mateo, que se calmó el viento, lo que debe interpretarse como un
nuevo milagro.
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