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jueves, 20 de junio de 2013

LA BUENA CONCIENCIA HACIA DIOS

LA BUENA CONCIENCIA HACIA DIOS

Por Manuel Torrealba




(Hebreos 10:22; léase también 1 Timoteo 1:19; 1 Pedro 3:21)


Introducción:
·         Si la gente supiera el valor que tiene el perdón de Dios para sus pecados, darían todo lo que poseen a cambio de conseguir ese perdón.
·         Una persona cuando va a ser juzgada, agota todos los recursos para no ser condenada, porque se da cuenta que su destino está expuesto al tormento, al olvido, al encierro y al desprecio, es decir, “no vale nada”.
·          Muchas personas no tienen una buena conciencia hacia Dios y su juicio para los pecadores. Él nos señala de pecado a todos.

I.                   EL PECADO.
A.    Es infracción de la ley de Dios (1 Juan 3:4-5).
1.      Vana palabrería (Proverbios 10:19).
2.      Desprecio por los demás (Proverbios 14:21).
3.      Pensamientos inicuos (Proverbios 24:9).
4.      Incredulidad (Romanos 14:23).
5.      Descuidar las oportunidades (Santiago 4:17).
B.     Consecuencias del pecado.
1.      Muerte (Romanos 6:23).
a.      Física (Romanos 5:12).
b.      Espiritual (Lucas 15:32; Juan 6:53).
2.      Aflicción y angustia (Romanos 2:9; Salmo 107:17).
  
II.                   LA RECONCILIACIÓN.
A.    A través de Cristo (Colosenses 1:20).
1.      El sacrificio (Efesios 2:16).
2.      Por los apóstoles (2 Corintios 5:18).
B.     La expiación (redención).
1.      El costo mínimo (Levítico 14:21).
2.      La propiciación gratis (Romanos 3:24).
3.      El eunuco (Hechos 8:39).
a.      Limpiado de sus pecados.
b.      Ya no tenía que hacerlo más por la Ley.

III.                   LA RECOMPENSA.
A.    Paz:
1.      Con Dios (Romanos 5:1).
2.      Tranquilidad (Salmo 4:8).
B.     Prosperidad:
1.      Prometida (Deuteronomio 29:9).
a.      Velando (1 Crónicas 22:13).
b.      En la casa de Dios (2 Crónicas 31:21).
2.      Bendiciones…
a.      Lugar en Su casa (Isaías 56:5).
b.      El Espíritu Santo (Lucas 11:13).

CONCLUSIÓN:
De manera que nadie aunque tenga toda la riqueza de este mundo jamás podrá pagar lo más valioso, que es la vida eterna que Cristo da a los que adquieren por su sacrificio una buena conciencia (1 Timoteo 1:5).

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