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sábado, 7 de enero de 2017

Serie de Predicaciones EL EVANGELISTA_Primera Parte


INTRODUCCIÓN:
·       Un predicador es un evangelista, las dos palabras se refieren a la misma función, y la responsabilidad del evangelista en la iglesia local es grande.
·       Pero no faltan hermanos en la iglesia que quieran ser predicares “de la noche a la mañana”, y es muy bueno que quieran ser predicadores, pero deben aprender algunas cosas de los más experimentados en la enseñanza, que le ayudaran en ese propósito.


A.    Ocupándose en la lectura para que sea notorio y provechoso a todo oyente (1 Timoteo 4:13, 15).
1.     No hay espacio en el ministerio del evangelio para la flojera y negligencia e indolencia (Santiago 3:1; Romanos 2:21).
a.     Cristo condenó por esta mala conducta a los maestros del pueblo judío (Mateo 23:1-12).
2.     Se debe aprender más y más, sin conformarse, para salvarse él y a las almas (1 Timoteo 4:16).

A.    Ocupándose en la gramática, aprendiendo a hablar y escribir con eficacia para deleitar y convencer.
1.     Pablo enseña que si ignoramos el significado de las palabras, seremos como extranjeros entre nosotros (1 Corintios 14:11).
a.     También nos pone ejemplo con un ejercicio básico del plural y el singular (Gálatas 3:16).
2.     El evangelista debe usar correctamente el idioma, tanto en los escritos y en la en­señanza oral.
a.     Algunos muestran muy poco interés en la gramática, pero sin ella ¿tendríamos la Biblia?
3.     Para ello no se requiere una educación avan­zada, sino práctica, pues, uno lee como escribe.
a.     Cualquier persona puede aprender fácilmente las reglas de acentuación y oratoria.
b.     Si alguno no lee co­rrectamente la palabra de Dios, ¿cómo espera que la gente lo respete?
4.     La gramática de la Biblia es co­rrecta, y con ella aprendemos a ser educados.
a.     Acaso ¿debemos hablar como la gente sin edu­cación? ¿Hay ventaja en hacerlo?

CONCLUSIÓN:
·       Si algún hermano no tiene la sabiduría para enseñar, siga los ejemplos y consejos bíblicos (Esdras 7:10; Santiago 1:5-8; 3:1; cf. Timoteo 3:6).

·       El hermano que tiene la inteligencia nece­saria para predicar, también tiene la inteligen­cia necesaria para aprender la gramática, la ortografía y la oratoria.


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