Es de carácter
urgente y necesario anunciar el evangelio (1
Corintios 15:1-4; Hechos 8:35-38) con el bautismo correcto, con el
propósito bíblico "para perdón de los pecados" (Hechos 2:38) y salvación (Marcos
16:16; 1 Pedro 3:21).
En forma y acción (Romano 6:3-7). Porque es así que somos
añadidos a la iglesia y cuerpo de Cristo (Hechos
2:42, 47; 1 Corintios 12:13) y es así mismo como llegamos a ser hijos e
hijas de Dios (Gálatas 3:26-27).
Por eso el bautismo
en agua (por inmersión) es el único mandamiento dado “en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo
28:18-20). Cristo así lo ordenó, y "a Él oíd", dijo el Padre
(Mateo 17:5).
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