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viernes, 2 de diciembre de 2016

Sermones Sobre Las BIENAVENTURANZAS_ Bosquejos 1, 2, 3 en PDF.


Las Bienaventuranzas I
Por José Carvajal 
(Mateo 5:3-12)

Introducción:
  • Mateo 5:3, “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”
·       La palabra “bienaventurado” viene de la palabra MAKARIOS que significa “dichoso”.

I.                LOS POBRES EN ESPÍRITU.
A.      El “pobre en espíritu” reconoce sus pecados, se arrepiente y busca el perdón de Dios.
B.      Es lo opuesto del deseo de justi­ficarse a sí mismo (Lucas 16:15; 18:11, 12).
1.     El publicano de Lucas 18:13 es un buen ejemplo de ser “pobre en espíritu”.
a.     El dijo, “Dios, sé propicio a mí, pecador”.
b.     Reconoció que estaba en “bancarrota es­piritual”, destituido de la gloria de Dios (Romanos 3:23), y quería el perdón de Dios.
C.      “De ellos es el reino de los cielos"; es decir, son los que se salvarán porque humildemente admiten que han pecado, que están errados, que están mal y que buscan el perdón de Dios. Muchos (como el fariseo de Lucas 18:11-12) no son “pobres en espíritu”.
1.     Santiago 4:6, “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”.
a.     1 Pedro 5:5-6, Pedro dice lo mismo, y luego agrega esta exhortación, “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios”.
b.     La soberbia y el egoísmo destruyen al hombre (Proverbios 16:18).
2.    Muchos judíos no confiaban en la gracia de Dios, sino en ser hijos de Abraham (Mateo 3:7-12).
3.    Los filósofos griegos confiaban en su sabiduría (1 Corintios 1:21-22).
4.    Igualmente hoy en día los humanistas destronan a Dios y exaltan al hombre, muchos creen que lo que ellos no saben no es cierto o que no importa.
a.     Defienden la ignorancia, la superstición y toda clase de filosofía insensata (como la evolución).
b.     Dicen (con Faraón), “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz...? Yo no conozco a Jehová” (Éxodo 5:2).
5.     La soberbia, pues, previene y evita la conversión a Dios.
a.     Los soberbios no quieren reconocer que son pecadores.
b.     No quieren reconocer sus faltas. No quieren cambiar su vida.
c.      Hay soberbios religiosos que no quieren admitir que están en error doctrinal.
d.      A muchos la soberbia no les deja alejarse de la religión de sus padres.

CONCLUSIÓN
  • Cristo vino al mundo para buscar y a salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10).
  • El Buen Médico vino a buscar enfermos (Lucas 5:32; 15:1-2).
  • “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1:15).
  • Jesús no puede ayudar a los que no reconocen que son pecadores perdidos.


Las Bienaventuranzas II
Por José Carvajal 
(Mateo 5:3-12)

Introducción:
·     Ser “bienaventurado” no depende de las circunstancias favorables. Pablo conocía el verdadero gozo a pesar de mucho sufrimiento (2 Corintios 11:23-28; Filipenses 4:6-7, 11-12).
·     No depende esta felicidad de la prosperidad, ni de los eventos agradables, sino de la condición del corazón, de cómo te sientes tú de saber la recompensa por hacer la voluntad de Dios.

I.                HAY CONTRASTE ENTRE LAS BIENAVENTURANZAS Y LOS AYES (Lucas 6:20-26). ¡Ay de algunos! y ¡qué felices son otros!
A.       Sin duda Jesús sorprendió a sus oyentes cuando identificó a los que son bienaventurados.
1.     Muchos hubieran dicho “Bienaventurados los ricos”.
2.     Los escribas y fariseos hubieran dicho, “bienaventurados los hijos de Abraham; bienaventurados los circuncisos; ¡ay de los incircuncisos!”.
3.     Pero Jesús no enseñaba como los escribas (Mateo 7:29).
B.      Los “pobres en espíritu” son como “mendigos espirituales”, cargados de pobreza espiritual, y sin recursos espirituales.
1.     El hombre que trabaja para ganarse el pan diario se llama “pobre”, del verbo Gr. penomai (2 Corintios 9:9).
a.     Este “pobre” no es rico, no le sobra nada después de proveer lo más necesario, pero tampoco sufre miseria.
2.     Pero Jesús no emplea esa palabra. Él usa la palabra ptocos  que se refiere a los que en verdad son pobres, los que están hundidos en la miseria.
3.     Ptocos, un adjetivo que describe a uno que se agacha, un mendigo (Lucas 14:13,21, 'pobres'; 16:20, 22, 'mendigo'”), Vine.
4.     Por lo tanto, “los pobres en espíritu” son los pecadores que reconocen que están “destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), y ponen toda su confianza en Dios para que les perdone y que les reciba en su reino.
a.     La mujer pecadora que regó con lágrimas los pies de Jesús y los enjugaba con sus cabellos es un buen ejemplo de lo que es ser pobre en espíritu.
b.     Ella reconocía que estaba arruinada espiritualmente, y confiaba en Jesús para el perdón (Lucas 7:36-50).
C.      La iglesia de Laodicea se justificaba a sí misma, diciendo, “Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”, pero Jesús le dijo, “y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (Apocalipsis 3:17-18).
1.    Al igual que esta iglesia, hoy día muchas presumen de la seguridad de su salvación, su prosperidad material, etc., “y no saben” el patrón bíblico de la iglesia del Nuevo Testamento, y como consecuencia sus esperanzas en el Señor son vanas.

CONCLUSIÓN
  • El materialismo decembrino fácilmente puede engañar al hombre, aun al cristiano (Mateo 13:22).
  • Seamos pobres en espíritu y fieles como la iglesia de Esmirna (Apocalipsis 2:9-10).


Las Bienaventuranzas III
Por José Carvajal 
(Mateo 5:3-12)

Introducción:
  • Mateo 5:3, “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.
·     No todo pobre es “pobre en espíritu”. Hay gran contraste entre “el pobre de espíritu” y el soberbio. Romanos 1:30, los “soberbios” están aso­ciados y relacionados con “los aborrecedores de Dios, injuriosos, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres”, etc. (ver Romanos 1:18-32).

I.                Bienaventurados vosotros los po­bres (Lucas 6:20).
A.    Dios siempre ha mostrado su interés en los pobres que confían en Él.
1.     Léanse Salmo 9:18; 34:6.
2.     Cristo vino al mundo para predicar a los pobres, Lucas 4:18.
3.     Hablando en forma general, el pueblo de Dios se describe como pobres, oprimidos, afligidos (Santiago 2:5; 2 Corintios 6:10; Apocalipsis 2:9; 1 Corintios 1:26-31).
B.    Los ricos son generalmente, crue­les, orgullosos, opresores (Santiago 2:6,7; 5:1-6).
1.     Son materialistas que  prosperan (Salmo 73:3-9).
2.     Por eso Jesús dice, ¡Ay de vosotros, ricos! (Lucas 6:24).
3.     También Santiago 5:1-6 los denuncia.
4.     Desde luego, muchos pobres no son buenos (Proverbios 19:15; 21:25; 24:30-34), y muchos ricos no son malos (Abraham era muy rico).
a.     El hijo pródigo era rico pero pobre en es­píritu (Lucas 15:17-19).
5.     La verdad es que hay peligro tanto en la pobreza como en la riqueza (Proverbios 30:8, 9), pero la mayoría de “los po­bres en espíritu” son pobres también en lo material.
C.    “Porque de ellos es el reino de los cielos”:
1.     ¿Por qué? porque estos son los únicos que lo buscan.
2.     Los “pobres en espíritu” serán per­donados y hechos ciudadanos del reino de los cielos, pero es en vano hablar de la salvación, si los pobres no quieren reconocer que son pecadores que deben arrepentirse y cambiar sus vidas.
3.     Juan 3:5, “el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.
4.     Los pobres en espíritu no discuten acerca de la necesidad de bautizarse para salvación (como hacen los evangélicos), porque al saber que el bautismo es un mandamiento del Señor (Marcos 16:16) para remisión de pecados (Hechos 2:38), con gusto lo obede­cen.

CONCLUSIÓN
  • Los pobres en espíritu crucifican la soberbia y compungidos de corazón, los tales obedecen al evangelio de Cristo, para obtener el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo (Hechos 2:37, 38).
  • Entonces como cristianos siguen siendo “pobres en espíritu”, siempre dispuestos a admitir faltas y pedir perdón (Santiago 5:16; 1 Juan 1:9).
  • La única esperanza para los hom­bres y mujeres, es que se humillen y que sean “pobres en espíritu”, que reconozcan que están en­fermos (Lucas 5:31), y que urgentemente necesitan del perdón de Dios.

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